«Maestro, ¿por qué me pasan cosas malas? ¿Por qué no tengo dinero? ¿Por qué la gente se aleja y me envidia? ¿Por qué existe tanta maldad?»
El maestro respondió con serenidad:«Hijo, antes de culpar a otros, revisa las semillas que sembraste. La ley de la siembra y la cosecha indica que jamás obtendrás manzanas de semillas de cizaña. Lo que recibes hoy es fruto de tus pensamientos y actos pasados, pues todo vuelve como un bumerán llamado karma. Si siembras envidia o rencor, eso mismo regresará a ti.
Para cosechar algo distinto, siembra algo distinto: en vez de criticar, habla con bondad; en vez de resentir, perdona; en vez de envidiar, agradece. Una pequeña semilla de amor produce grandes frutos con el tiempo.
Si quieres acabar con lo negativo, ve a la raíz de la cizaña en tu interior y arráncala. Siembra lo que anhelas —amor, generosidad, buena voluntad— y tarde o temprano florecerá el fruto que deseas. Ésa es la ley universal.»

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